La cima más difícil
Desde que era un niño, siempre me han insistido en la importancia de proteger el medio ambiente. Durante toda mi vida, he subido montañas, he recorrido glaciares, y he vivido en primera persona los efectos devastadores del cambio climático. Todos tenemos un papel en revertir esta tendencia y conseguir que las próximas generaciones no sólo puedan disfrutar de las montañas, sino también vivir en un planeta más sano.
Amo las montañas, y desde hace años soy consciente de la importancia de preservarlas. Sin embargo, soy uno de los grandes destructores del medio ambiente. Mi estilo de vida durante la última década como atleta profesional ha estado ligado a viajes frenéticos por todo el mundo y, así, he contribuido directamente en acelerar el calentamiento global.
Las montañas son esenciales para nuestra vida. Nos proporcionan el agua que se almacena en glaciares, ríos y lagos. Nos suministran recursos como alimentos y energías renovables. Una tercera parte de los bosques del planeta se encuentran en regiones montañosas, así como más de la mitad de los puntos calientes de biodiversidad (en inglés “biodiversity hotspots”).
Da miedo pensar cómo el calentamiento global puede afectar el planeta en las próximas décadas o cómo la polución puede cambiar la biodiversidad, nuestra manera de alimentarnos o la dificultad de encontrar agua para beber. Este miedo ha hecho darme cuenta de que necesito cambiar mi estilo de vida, ser más coherente con el amor que profeso por las montañas y compartirlo contigo.
Por eso, quiero dar un paso más con la creación de la Fundación Kilian Jornet, que colaborará con proyectos, organizaciones y personas que están dedicadas a preservar el planeta.
Subimos juntos?